miércoles, 30 de marzo de 2011

Old

Fue una noche de verano cuando se dió cuenta por fin de la razón de sus angustias. Es algo tan simple, la razón de envejecer, que uno la pasa por alto y termina atribuyendola a la pobre naturaleza. Me dijo, el secreto para permanecer joven por siempre es llegar a la edad elegida y no dejar que nadie, nunca más, vuelva a verte.

Y es que verás, me dijo susurrante, uno envejece por acción de las miradas.

Sí, yo me quedé tan perplejo como ustedes, y ella al notar mi reacción se apresuró a asegurarme:


¿Cuál es el factor siempre presente en nuestras vidas?

Estuve a punto de contestar mil respuestas, pero por su rostro supe que esperaba un silencio de mi parte.

Las miradas de la gente, me dijo.


"Todo el tiempo te están mirando. Tu familia, las personas en general cuando careces de familia, en la escuela, el trabajo, sales a la calle y habrá quien te mire aunque sea por unos segundos; todos te miran y la acción de los ojos permite al tiempo pasar por encima tuyo. Personas inclementes, aunque claro, no saben lo que ocasionan. Uno se vuelve tan viejo en las ciudades... Por eso la gente del campo envejece más lento, no por acción del aire puro, el buen trabajo y la comida fresca... sino porque hay pocas personas que los miren a diario. Incluso el hermitaño se conserva mucho tiempo fuerte, aunque sí, termina envejeciendo, porque suele mirarse al reflejo propio en ríos y lagos... Y se vuelve viejo por culpa de el mismo.


Sucede al revés con los lugares, edificios, cosas en general... Cuando la gente deja de mirarlos, envejecen a una velocidad impresionante. Lo que uno no mira, carece de importancia, pierde su valor como objeto y esto último es lo que lo mantiene útil. Pero con la gente, la importancia crece con el tiempo, y el tiempo con las miradas, es decir, las miradas con la vejez."


Pero si uno permanece joven cuando nadie mire, le dije, ¿Entonces qué objetivo tiene la belleza, el vigor y energia de la juventud si nadie puede apreciarlos? Ella rió, contestándome que bajo el flujo del tiempo esas cosas se volvían una mentira sólo presente en los recuerdos de nuestras miradas...


E inmediatamente después lloró, y me pidió perdón por haberme hecho más viejo con sus ojos en esos rápidos 5 minutos de nuestra plática nocturna... No pude hacer mucho para sacarla de su tontería, porque entre sollozos se despidió tapando sus ojos para no envejecerme, alejándose como una idea que no era mía y sin embargo sentía tan propia.



lunes, 14 de marzo de 2011

Hug an Engineer's Day

Engordó a base de jericallas y grasa de cordero para que su panza le ayudara a sostener el bloc de notas mientras recorría la ciudad anotando direcciones para regresar de 3 a 4 meses después a fotografiar cosas características, como puertas de madera, fachadas oxidadas, señoras gordas que se alcanzan a ver mirando TV por una de las ventanas, chamacos flacos sentados en portones que no tienen vecinos con quienes jugar y lo que más le gustaba: zapatos enredados en las líneas de teléfono.


Cerca del 80% de las personas que jamás le gustaron eran todos aspirantes a ingenieros, entre ellos dos Civiles, uno Químico y otro inseguro. Todos ellos igual de tercos, uno más inteligente que el otro, cada uno más insoportable que el anterior; pero todos ellos con ese impulso de criticar que los hacía tan interesantes.
De todo esto se dio cuenta una mañana, la misma mañana en que hizo cuentas y determinó que el promedio de su productividad artística era cercana a cero. O nula.
¿En la Ciudad de la Furia habrá ingenieros?