lunes, 13 de septiembre de 2010

Exactly as kind of sweet


You'll be the sun in someone else's skies


Es sólo en ese momento en que uno puede pensar en sí mismo, cuando se pone a pensar en el resto del mundo. Cada persona que vemos pasar como borrones policromáticos a gran velocidad estática, personas que no vemos, personas que no están aquí con nosotros, personas esperándonos en una parte de la ciudad (aleatoria dependiendo de cada quien), personas que aún no conocemos; sólo ocurre, mi estimada conciencia, en nuestra maquinaria penuriosa a la que llamamos Transporte público.

Pienso en lápices sin afilar, recuerdo regalos eternos e interminables, razono en ti, imagino personas invidentes, deduzco posibilidades, sí, futurísticas; todo un mar de pensamientos, vistazos a imágenes que no son imágenes sino palabras pensadas, significantes.

Por ahí, de vez en cuando en el camino, te asomas tú, y sonrío porque adiviné tus ojos en ese borrón de colores que no vi. Así como hay fotos que se niegan a morir, tu recuerdo se filtra por mi mente, adhiriéndose su olor a humo, a quemado en cada rincón que puede.
(Por cierto que me imagino que te imaginaste lo que ambos no sabemos, pero lo descartaste, así que esa es la razón que aún me saludes tan efusivamente.)


Entonces, después de no vernos, todos los días te descifro y tú me escribes, y me río de aburrimiento de leer las mismas letras que mi cerebro devora, acomoda y desempolva todos los días pero de lo cual no puedo hacer nada al respecto.
Seríamos perfectos asesinos del tiempo si cada semana inventaramos un código nuevo para aburrirnos de él: incontables garabatos y jeroglíficos semanales que terminaríamos mezclando, revolviendo, agitando y no volveríamos a entender lo que el otro quiere nunca más (claro, el crimen no paga).

Pero tienes algo que a pesar de las tachaduras y de que no busques entretenerme con nuevos medios de comunicación; a pesar que tiempo atrás dejaste de sorprenderme, no me aburro de no deslumbrarme:

Porque te convertiste en un Black Hole Sun, y si trato de entretenerme contigo sólo resultará en ceguera. Luego mi proyecto no tendría mucho caso.

Y a mí me gusta ver, por qué si no fuera así, ¿después cómo te adivinaría en la pared de mi cuarto, en el techo desquebrajado, y el los jazmines que nunca recordaste?
Así que te seguiré viendo por el camino del autobús, y sólo ahí.



Para ti, y no va para quién tú crees:


1 comentario: