¡Que se muere!
¡SOCORRO!
¿Te habrás muerto tú también?
OLVIDENLO...
Se murió.
Lo creíamos imposible, pero sí.
Te creíamos invencible, pero no.
Claro, cómo era de esperarse. Impensable que pudieras sobrevivir después de tan largo camino hasta aquí. Sucumbiste al tiempo, sucumbiste al dolor, sucumbiste a tu propia determinación de no sucumbir. Y cambiaste. Y me di cuenta que te moriste, a pesar de que aún no lo sabes y de que te clamas inmortal.
No lo digo con odio, ni lo digo inventando. ¿Te has fijado detenidamente? No soy la única que murió. Tú, tus vísceras, tal vez un pequeño trozo de corazón, todo ello se quedó perdido en el camino, se los comieron las golondrinas, irreemplazables.
Y llegaste acá, pensando que estabas completo bajo ese esfuerzo sobrehumano de perdón que no es perdón.
Me di cuenta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario