
Me niego a dejar nada en claro, me niego a sentirme soberbia, me niego a disculparme de falsa culpa, me niego a sentirme mal por voces, me niego a enojarme con personas de por medio que sólo querían ayudar, me niego a sentirme humillada, me niego a ser triste por cosas pasadas, me niego reírme sarcásticamente cuando no se amerita, me niego a aceptar cualquier señal de santidad/nobleza aprendida, me niego a quedar como una bruja traga-almas, me niego a desquitarme, me niego a escribirte, me niego a escribirme escribiéndote, me niego a hacerte caso, me niego a dejarte deducir lo indeducible, me niego a dar ninguna explicación, me niego a dejarte un espacio en mi mente de mujer amargada, me niego a creerte hechos que no dejas de mencionar a pesar de las afirmaciones, me niego a aceptar responsabilidad de cualquier reacción ante esto, me niego a volver a molestar a mi mejor amigo con temas viejos, empolvados, tristes y ya sin sentido.
Y sobre todo, me niego a negarme a mí misma, a la yo de ese instante, a la yo del resto del 2010, a la yo que te descubrió, a la yo que nos descubrimos, a la yo que murió en Noviembre y a la nueva yo que me reemplazó este 2011.
Y sobre todo, me niego a negarme a mí misma, a la yo de ese instante, a la yo del resto del 2010, a la yo que te descubrió, a la yo que nos descubrimos, a la yo que murió en Noviembre y a la nueva yo que me reemplazó este 2011.
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