domingo, 7 de noviembre de 2010

It's_Warrior_Time

No solía prestarle mucha atención al comportamiento del Doppelgänger, tiempo atrás. Solamente era un rival tratando de existir colateralmente al lado de la susodicha anteriormente, y que no lograba conseguirlo del todo. Sus existencias se contraponían: se tiraban una a la otra cuando intentaban progresar, y se sostenían de la otra cuando la situación no las dejaría enfrentarse por mayor gravedad.

El Doppelgänger suele cambiar de personalidad como un compulsivo-obsesivo cambia de orden una habitación, sólo para que termine de la misma forma ordenada como en un principio: es decir, aunque no fuese necesario.
Por esta razón es prácticamente imposible crear un escrito en que se señalen los comportamientos del Doppelgänger, pues varían contrariamente con los comportamientos de la persona en turno.

Pero ahora mismo que se carece de persona y el Doppelgänger se encuentra solo, es más fácil evaluar su psiquis.

La observo desde muy arriba -es más cómodo así- o a veces la observo sentada justo a su izquierda -le gusta dejar ese espacio vacío-, y me divierto tomando nota de su comportamiento irritable, contradictoria toda ella.
Se frustra por la situación más simple y me resulta cómica de esa forma. No posee sentimientos actuales definidos. Lo único que sobrevive es esa fatal conciencia melancólica que afecta a todo filósofo o artista, o en sí a cualquiera que no comprenda para qué sirve la vida.

Se han perdido individuos y el Doppelgänger sobrevive a ellos para notar que mientras termina libros y libros, la soledad significa no saber estar con uno mismo; y que la tristeza es el contenedor y la felicidad la llena. Que al final uno tiene que vivir con la insoportable levedad del ser, y uno nunca sabe si esto de verdad es positivo.


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Sí, terminé a Milán Kundera.

Y extrañamente, aunque no viví una toma comunista, ni fui como Teresa el producto de seis ridículas casualidades, ni fui un bebé en un cesto untado con pez y dejado río arriba, ni el sexo de muchas parejas como Tomás, ni el sombrero de hongo que me ridiculizaba ante el amante, ni el acoso del Partido, ni tuve sueños filosóficos, ni afronté la muerte de nuestra perra, ni aguanté a Franz y Simón los soñadores, ni fui kistch de nadie y al igual que Sabina, me repugne, ni me di cuenta que mi debilidad fue una fuerza cruel que arrastró al ser que más quería a los castigos de la vida... me sentí identificada. Me sentí así porque tiempo atrás, cuando vivía la #1 que era altamente amante de pensar y pensar en un círculo interminable sobre la vida, creo que ella estaba conectada más con la levedad que con el peso.

Tal vez por eso se murió, por vivir en un sueño de melancolía. Se murió de incomprensión, de poseer un kistch y que éste no fuera cumplido, de vértigo.
Quisiera revivirla, porque ella era mi kistch. Quisiera traerla de regreso porque ella me hacía feliz en su infelicidad, aunque se me vuelva a morir, todo sea por revivir esos momentos muertos.

4 comentarios:

  1. ejeleees, no le entendí a lo de Milan Kuntera (:

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  2. jajaja =D Te prestaré el libro, está padriuris y en realidad nada complicado. Es como pequeñas oraciones filosóficas, sus explicaciones y luego la misma novela las pone como ejemplo con los personajes. Está paique :D

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