Si, yo igual a veces me pregunto si me oyes. Enmarqué tus fotos. Ayer me pegaban los vómitos de Sol en la cara. Te recordé.
Solíamos discutir los días despejados, para tener algo de qué disculparnos y abrazarnos los nublados.
Tu egocentrismo te empujó a regalarme todas tus fotos. No soportabas la idea de verte en papel. Rompiste los espejos y matabas a quien tuviera aparadores en la calle donde pudieras reflejarte. Me divertías. Todos mis marcos están en el suelo, y es que mis clavos son demasiado delgados, no los soportarían por la gravedad. Así que los colgué en el piso.
No puedo perdonarme, hay unos pequeños y agradables instantes en la noche en que me olvido de ti: pero entro a mi cuarto descalza y me corto al aplastar tu recuerdo. Se rompen los cristales, entonces me siento esquizofrénica. Ya no me quedan más fotos, pero desde el último día que me hablaste, martilleo todas las noches agregando más clavos a mi suelo. Coloco los marcos de miradas ausentes e imagino que están ocupados por verdaderas fotos.
Este marco se me inclinó mucho a la derecha, ¿no te parece?
A veces pienso en comprar clavos más gruesos, pero caigo en la cuenta que mientras más delgados, más podré clavar en el compacto espacio de mi cuarto.

2343 clavos, 2344, 2345.... ¡Ah!
Cuidado, no pises tus memorias. Si vas a observarme clavar y acomodar marcos quédate en la ventana. No me mires así. Por eso prefiero tus fotos, porque nunca me miran con tu aire despectivo.
2367, 2368, 2369 clavos...
Deja de mirarme por favor. Mi esquizofrenia está empeorando.
Cierto. Hoy está despejado. ¿Pero ni siquiera por los buenos tiempos puedes perdonarme hoy, noche estrellada?
Tiene que haber nubes tapando todo rastro de luz, lo sé, es una de nuestras reglas. Pero nunca me gustó el reglamento. Se me han terminado los clavos. Duerme sobre ellos, gurú del recuerdo.
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Algo que encontré en una de mis 23719038 carpetas.
Recuerdo que lo escribí para que Clausky lo leyera. En ese entonces no había ni rastro de culpa, y aún así pareciera que sí.
Hoy...
Mi suelo carece de clavos. Los marcos están amontonados en una esquina, y en su interior, no hago caso a las clamantes miradas que brillan por su ausencia.
Te voy a pedir de la manera más mamona ó lo que quieras: que cierres la ventana. Porque hace una helada que convierte al martillo en la más pesada de las herramientas del mundo mundial; citando a July.
Está bien padriiiiiiiiiiiiiiiiisimoMIL.... no mames... ¡No M A M E S!
ResponderBorrarMe llegó, pueh.
Jajajaja :D ¿hasta cuándo me vas a decir que escribo patéticoTRILLÓN y que mejor me ponga a dibujar, que es para lo que de verdad nací? xD
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