martes, 5 de octubre de 2010

Colecciones

Estampillas, peluches, recaditos, corcholatas, animales disecados -abuelas disecadas-, historiales de conversación, mapas astrales, cartas, fotografías escolares -junto con calificaciones, cuadernos del kinder, reportes y tareas que ya no te sirven-, viejos dibujos que ya ni te gustan, ácaros en la almohada, amigos, enemigos, plumas de aves, plumas de escribir sin tinta, colillas de cigarro en el suelo, mariposas, libros que les urge porque los leas pero nomás los tienes acumulando polvo, cicatrices, maquillaje, entradas a conciertos, el trozo de galleta que sobró del helado de tu primera cita -tickets del cine, notitas de amor, fotos, el chicle que te regaló-, pelotitas de hule de las máquinas, recetas que nunca llevas a cabo, tarros de medicina, tus anginas -apéndice, la moneda que te tragaste por error, una bala pérdida que te sacaron hace 4 años-, aretes, blusas que ya no te quedan, pinturas clásicas, papeles con lágrimas, boletos de camión... La gente colecciona un montón de chingaderas.

Sí, lo admito, algunas de ellas yo también las he coleccionado. Sin darme cuenta, sin tener el propósito de coleccionarlas. Pero mientras ellos coleccionan todos esos objetos tangibles por ocio o para recordar tiempos pasados -o por mera flojera-, yo sí colecciono algo a propósito: Cuerpos.

Cuerpos, labios, sonrojos, cejas, lunares, pupilas vacías que miran muy lejos traspasándome, pupilas brillantes llenas de vida, corazones que nunca fueron míos y me los robé, trozos vacíos donde debería estar el mío. "Amores" escritos, imágenes mentales, imaginación surrealista, el pinche tubo acartonado de un papel sanitario donde escribió mi mejor amiga.

Pero sobre todo, tengo un record Guiness imaginario por el mayor número de memorias acumuladas que no se pueden tocar. Ni que puedo volver a recordar. Están por ahí, muy hondo, coleccionadas. Pero ni la mismísima Hipnosis podría ayudarme a sacarlas a la luz. Y es que les gusta lo "oscurito", algunas porque son feas y no les gusta que las vean. Las demás se quedan en lo oscuro para hacerle compañía a las feas. Otras se pelearon conmigo, por muy agradables que sean yo no lo soy; así que como venganza se esconden por ahí. Y aunque no se dejen ver todas ellas, las quiero por igual.

Pero no me importa no verlas. Ni que las vean. Como la gran mayoría de coleccionistas, la satisfacción está simplemente con poseerlas, ahí tiradas, dándole la bienvenida a las nuevas.

4 comentarios:

  1. Creo que debería de coleccionar Takos.
    Te imaginé diciendo todo el primer párrafo en chinguisa.

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  2. Jajaja si, algo asi :D
    Nooo, coleccionar Takos es todo un reto. Hay un límite de Takos que pueden vivir al mismo tiempo en todo el mundo. Te recomiendo coleccionar huesos de colibrí. Es menos complicado.

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  3. bien!
    entonces, como eres único Tako, estarás en mi reserva (: P A R A T O D A L A E T E R N I D A D O _____________ O

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