sábado, 16 de octubre de 2010

Faster than Truth

¿Sabes? Hay algo extraño con nosotros, que por penoso que suene, nunca dejará de ser. Sobrevive a pesar de los años, a pesar de que nos caigamos tan mal. Y es que hay algo que va más allá de la verdad, y esa es la mentira. Nuestra amistad es una mentira que personalmente, me glorio en sostener. Sonreírte vacíamente en nuestros viajes a través de la maleza, y tú con esos ojos sordos que no comprenden nada a pesar del tacto y las oportunidades, me dices cosas irreales que dejaron de ser verdad desde el mismo comienzo en que comenzamos a ser amigos.


Porque comenzamos a odiarnos desde el instante mismo, pero se siente tan bien mentir que continúamos juntos, tirándonos fregaderas cargadas de sentimientos negativos escondidos con bromas lastimosas.

Otro accidente cromático.


Por ejemplo: a ti te gusta que te exploten catastróficamente en la cara aquellas mis burbujas amarillas de envidia.
Amarillas porque lo que pasa es que en nuestro mundo incierto, a la luz le falta el verde, y por eso no es luz sino ausencia. Y en las ausencias nos gusta imaginar tonalidades verdes que no existen. La gente se jacta orgullosa de haber pintado sus casas, locales y calles de un color que no tiene nombre; por eso nuestro Planeta no es azul, sino Inombrable.

Nos gusta filosofar sobre los árboles amarillos, cafés y rojos; y sabes cuánto me gusta mentirte encima de acacias moradas, porque parecen no existir las verdades verdes en nuestra amistad. Así que siempre que podemos, nos trepamos a toda clase de troncos a imaginar cromas sin nombres las cuáles sencillamente sabemos exactamente cómo llamar.

Y entonces dentro de las mentiras comienza a surgir una verdad, y esa es la que de verdad queremos.

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